domingo, 15 de diciembre de 2013

Edith Stein y la empatía (IV).


(Del trabajo de Ricardo Gibu "La empatía como problema de constitución en la obra de Edith Stein")

"La empatía, señala Stein, es un acto no-originario semejante al recuerdo, la fantasía y la espera. La no-originariedad de tales actos radica en el hecho de que su objeto no se manifiesta de modo presente (gegenwärtig) u ostensible, sino de modo "presentificado" (vergegenwärtig). Ello significa que su objeto ha sido recogido del conjunto de experiencias almacenadas en el flujo temporal de la conciencia, y actualizado en un acto determinado de la conciencia." Sin embargo, el punto de partida de la empatía es la percepción externa (un movimiento propiamente originario).

El recuerdo es un acto no-originario. No obstante, "el sujeto que realiza el acto de recordar es el Yo originario y presente".

"Cuando el objeto del recuerdo es el yo, éste deviene sujeto y objeto a la vez". "Este introducirse o comprometerse en el recuerdo plantea una capacidad de la conciencia de experimentar la vivencia "desde dentro" y de obtener un conocimiento que no hubiera obtenido de otro modo". "Finalmente se produce la objetivación de lo experimentado".

"En la empatía hay un movimiento semejante al del recuerdo, sin embargo, a diferencia de éste y de cualquier otro acto no-originario el objeto de la empatía es el otro individuo existente y su vivencia". En palabras de Stein: "Ahora la empatía, en cuanto a presentificación, es una vivencia originaria, una realidad presente. Aquello que se presentifica, sin embargo, no es una "impresión propia, pasada o futura, sino un movimiento vital, presente y originario de otro que no se encuentra en ninguna relación continua con mi vivir y no se le puede hacer coincidir con éste."

Nos dice Ricardo Gibu: "El modo como acontece esta presentificación nos introduce a la comprensión de la empatía como acto de constitución del yo. En efecto, a diferencia del conocimiento de los objetos del mundo natural, la empatía nos permite percibir desde dentro la vivencia de "otro yo". En esta comprensión va revelándose aquello que constituye la realidad propia del sujeto humano que ciertamente va más allá de lo sensible."

Aparece, entonces, un esquema nuevo (una nueva síntesis), el que supone la realidad de la otra persona respecto al mundo natural. Dice Stein: "aquí tenemos un esquema que regula el movimiento de la experiencia, es más, tenemos una serie de esquemas. En lugar del esquema "cosa" se debe poner el esquema "cuerpo viviente", constituido por las categorías de la sensibilidad, del movimiento, etc. y eventualmente de la capacidad de expresión."

Escribe Ricardo Gibu: "El esquema "cuerpo viviente" será fundamental para comprender la originalidad de la donación del otro en el acto de empatía y, por tanto, para comprender el modo como se constituye el sujeto en su dimensión psico-física. El primer indicio que tenemos del otro no es ciertamente su vivencia, sino su cuerpo."

A partir de esta percepción del cuerpo vivo (Leib) como realidad distinta del cuerpo físico (Körper) "es posible entender la relevancia del nuevo esquema y sólo a partir de esta experiencia la empatía va comprendiéndose como un acto que constituye el yo" (legalidad de la vida anímica).

Nos dice Gibu: "Este nuevo orden de cosas nos revela el lenguaje de las emociones, los sentimientos, y las intenciones. Si sólo existiera el esquema de las sensaciones seríamos incapaces de una experiencia unitaria de nuestro propio cuerpo (...)."

El sujeto es capaz de distinguirse del conjunto de percepciones "no plenificadas" gracias a "una unidad interior capaz de trascender esa multiplicidad", y gracias al "acto de empatía que a través del "esquema cuerpo viviente" logra constituir su propia experiencia". A partir de tal donación el sujeto se revela como una unidad psico-física que manifestándose a través de su cuerpo, "no se identifica de modo absoluto con él". De tal modo el yo se manifiesta frente al mundo de los objetos naturales, como "punto cero de orientación", único e irrepetible.

El esquema cuerpo viviente no sólo nos introduce a la dimensión psico-física del otro, sino que anuncia una nueva realidad: la dimensión espiritual, la experiencia de la libertad humana."

(Capíulo III de la obra de Alejandro Álvarez Silva "Empatía y otras cuestiones")

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